Me gustaría comenzar dando la bienvenida a los 200 nuevos accionistas de Vitruvio que han acudido a la ampliación en verano o que han comprado la acción en los últimos meses. Ya somos 631 socios a cierre de trimestre y esa es la primera prueba de la buena salud de la que goza Vitruvio.
La segunda prueba de esa buena salud es el bajo nivel de deuda del que disfrutamos en un entorno que penaliza tanto a quienes se han excedido con el apalancamiento. A cierre de trimestre, Vitruvio ha bajado hasta el 14,9% su deuda neta. Esto se debe a que, por un lado, desde 2020 se decidió iniciar un programa progresivo de reducción de deuda en previsión de un eventual cambio de ciclo. Y, por otro lado, a que tanto la ampliación de capital de julio como las desinversiones de los últimos años han reforzado esa posición conservadora respecto de la deuda.
Si bien la recta final del último ciclo ha favorecido algunas ventas selectivas de activos no estratégicos de Vitruvio (más de 30 millones), el entorno actual comienza a propiciar lo contrario. El año 2023 ha sido el ejercicio del desplome en las transacciones inmobiliarias preludio del ajuste en precio después de años de exuberancia y valoraciones difíciles de justificar para acometer adquisiciones.
Creo que nos encontramos en los inicios de un nuevo mercado, donde por fin las valoraciones respondan al actual escenario de tipos Es un cambio de ciclo inmobiliario que solamente podrán aprovechar bien aquellos que cuenten con una sólida posición financiera (o que se asocien con quien disfruta de ella).
Vitruvio dispone de los recursos propios y del margen de endeudamiento necesarios para acometer nuevas inversiones Todo ello, manteniendo nuestra filosofía conservadora de inversión en activos de calidad y alta demanda, lejos de la especulación y de sus riesgos, que poco tienen que ver con el perfil de Vitruvio.