Vitruvio ha superado bien su primera recesión económica. La compañía nació en 2014 con una vocación de largo plazo, interesada en ofrecer a sus accionistas la posibilidad de tomar exposición a una cartera inmobiliaria que ellos solos no podrían construir. Y hacerlo con un perfil conservador, no especulativo, con la idea de desarrollar su actividad muchos años sin sobresaltos ni contratiempos. Se ha cumplido con ese objetivo.
Incluso en los dos ejercicios en los que ha tenido impacto la pandemia -2020 y 2021-, se han seguido pagando cuatro dividendos al año.
En el momento en que se redacta esta carta, observamos una clara recuperación de la normalidad. La ocupación de la cartera a cierre de septiembre es del 96%. Incluso en el segmento comercial, donde la ocupación hizo suelo en marzo con un 88%, ahora es del 92% y apenas ha habido tres casos este mes de solicitudes justificadas de ayuda parcial en la renta. Además, se está experimentando un incremento drástico de la demanda por el alquiler de los locales disponibles en cartera.
El portfolio residencial está ocupado al 100%. El de oficinas y logístico están ocupados al 99% y 100%, respectivamente, sin bonificaciones en renta de ningún tipo.
La SOCIMI mantiene un nivel de deuda bajo, del 28%. Es razonable esperar un aumento en los dividendos de cara al último pago del año, el cual se hará tras la junta de accionistas del 1 de diciembre.
Vitruvio es una buena inversión para protegerse de la inflación. Los inmuebles en cartera se valoran en base a los ingresos que generan (descuento de flujos de caja). Y los ingresos se actualizan con la inflación anualmente, por lo que la valoración recoge el aumento de precios e impide la pérdida de valor en esta inversión. Adicionalmente a lo anterior, Vitruvio reparte los beneficios de los alquileres, por lo que es previsible que el accionista disfrute de una inversión cubierta contra la inflación, más el dividendo anual.